Esto de la construcción con materiales sustentables, es algo de lo que nos ocupamos desde hace tiempo. En 2014 publicamos esta nota, sobre la que hoy volvemos.
«One With the Birds» que puede traducirse como «estar cerca de los pájaros» fue desarrollado por Penda, un colectivo de diseño con sede en Viena y Beijing, para el concurso AIM Legend of the Tent en China, que desafió a los arquitectos a desarrollar hoteles temáticos de carpas de bajo impacto que ofrecieran una conexión más cercana con el aire libre.
También es posible ver imágenes de la construcción y parte de la explicación de ese proyecto en este video.
Comprometidos como estamos como empresa con los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) establecidos como metas para el 2030 para los países de todo el mundo por la Organización de Naciones Unidas (ONU) nos parece interesante repasar el uso de algunas materiales que pueden proveernos la naturaleza.
En ese aspecto, Misiones como tierra es generosa, por la natrualeza y flora que nos ofrece.
La de hoy no es una nota tradicional. Es una fábula, cuya moraleja la dejamos para el final; como con toda buena fábula.
La historia narra lo que le sucedió a un jardinero japonés (los japoneses adoran la jardinería) que decidió plantar una semilla de bambú en su jardín. Todos los días regaba la zona donde había plantado la semilla y cada pocas semanas le echaba abono. Pasaron los meses, y allí no brotaba nada. Pero los japoneses son pacientes. Bien por ellos. Así que siguió regando y abonando el lugar donde había plantado la semilla.
En ese aspecto, Misiones como tierra es generosa, por la natrualeza y flora que nos ofrece.
La de hoy no es una nota tradicional. Es una fábula, cuya moraleja la dejamos para el final; como con toda buena fábula.
La historia narra lo que le sucedió a un jardinero japonés (los japoneses adoran la jardinería) que decidió plantar una semilla de bambú en su jardín. Todos los días regaba la zona donde había plantado la semilla y cada pocas semanas le echaba abono. Pasaron los meses, y allí no brotaba nada. Pero los japoneses son pacientes. Bien por ellos. Así que siguió regando y abonando el lugar donde había plantado la semilla.
Pasó un año, y nada.
Al segundo año, nada, aquello no daba muestra alguna de brotar. Pero el hombre, aunque empezaba a tener dudas sobre la calidad de la semilla que había plantado, siguió regando y abonando.
Pasaron el tercer y cuarto año, y nada. El hombre, con cierta frustración y algo desesperado, llegó a pensar que el problema era él, que no sabía regar. Pero siguió regando.
Cuando habían pasado cinco años, algunos de sus vecinos tenían unos jardines muy bonitos, llenos de plantas hermosas y frondosas que habían ido creciendo en los últimos años (aunque ninguno tenía bambú). Sin embargo, el protagonista de nuestra fábula solo tenía un trocito de tierra húmedo.
Al sexto año empezó a regar por las noches, por vergüenza a que sus vecinos le viesen.
¡Y de repente, durante el séptimo año, algo pasó!
Un pequeño brote verde había removido la tierra y empezaba a asomar. El hombre estaba emocionado. Pocos días después, un tallo de bambú ya había crecido varios centímetros por encima del suelo y se mostraba fuerte y vigoroso. A las pocas semanas, el bambú ya medía más de dos metros, bastante más altura que las plantas de los jardines de sus vecinos, que atónitos, no podían creer lo que estaban viendo.
La explicación a lo que había pasado es muy sencilla.
Durante los primeros siete años, el bambú se dedica a hacer crecer unas raíces fuertes y profundas, que le van a permitir crecer hasta los 30 o 40 metros de altura que pueden llegar a tener estos árboles.
Construir bien es una tarea ardua, dura, que requiere su tiempo.
Primero hay que sentar las bases para que la estructura surja fuerte y a mejor ritmo. Pero durante ese tiempo, no se ve nada, todo el trabajo que está haciendo el bambú está oculto a la vista de todo el mundo. Hasta que de repente, el bambú está listo para deslumbrar al mundo.
Esta fábula nos llevó a pensar en el mundo actual y más concretamente en el mundo de la construcción y la necesidad que tenemos de utilizar materiales sustentables para evitar continuar dañando al medio ambiente.
El bambú nos enseña que las cosas importantes de la vida requieren de tiempo. Tiempo para prepararlo todo, para sentar las bases sobre las que luego, cuando lleguen los resultados, serán espectaculares.
Si crees de verdad que lo que haces es fundamental, debes aceptar que vas a necesitar de tiempo para llegar a conseguir resultados. Y que vas a necesitar una base sólida. Esa es la gran diferencia entre los que viven con pasión y los que no. Los apasionados riegan todos los días.
En Constructora Resek, le ponemos esa gota de pasión a diario.
Nos da lo mismo lo que haga el vecino.
Da lo mismo si hace mal tiempo o si no están de humor.
Nosotros regamos nuestras ideas a diario.
¡Creemos que hay que trabajar, hacerlo a conciencia, y fundamentalmente respetando al medio ambiente!
