Page 128 - libro-timon-de-julio-resek
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                                                                                                                                          Al llegar a la costa del arroyo de las rayas, el
                                                                                                                                          Yabebiry, esperando la noche, en la tarde linda
                                                                                                                                          escuchamos decir al Gurdián de las piedras:

                                                                                                                                          Deben calmar sus corazones, para no exponerlos, ya
                                                                                                                                          que existen seres que no sienten bien y así buscando
                                                                                                                                          la calma es camuflaje de amor, que ayuda a salvarlo
                                                                                                                                          de esos depredadores.


                                                                                                                                          Exclamó fuerte:

                                                                                                                                          ¡Debemos ocultar amor a seres depredadores!
                                                                                                                                          Así debemos ser, maestros del disfraz,
                                                                                                                                          confundiéndonos con el entorno.

                                                                                                                                          Mientras nos curaba con cristales a la Ocelote y a
                                                                                                                                          mí, aliviando dolores vemos cerca caer a la estrella
                                                                                                                                          fugaz más bella.






















                                                                                                                                                                 129
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