El tiempo es fugaz y a su paso cubre todo, las cosas quedan tapadas por el olvido y la herramienta que permite levantar ese manto y descubrir lo que está debajo, es la historia. El estudio del pasado es esencial para ubicar a las personas en el tiempo. Necesitamos saber de dónde venimos, para saber a dónde vamos. Conocer la historia es esencial para construir, avanzar y si es necesario cambiar. El gran objetivo de la historia es poder reconstruir el pasado y comprender el presente gracias al estudio en retrospectiva. La finalidad es como la de cualquier otro conocimiento humano: guiar nuestra acción y ayudarnos a vivir mejor.
Para meternos en el tema que hoy nos ocupa agregamos un último detalle y no menos importante. Hay conceptos de los procesos históricos que se reconocen en todas las obras de arquitectura. No se trata de hablar de órdenes clásicos, las formas góticas o la vuelta al pasado del siglo XIX. Se trata de la comprensión del proceso de diseño de las distintas épocas, pero, sobre todo, el de cada uno de nosotros. Disertar y discernir sobre lo que se pensó, diseñó y construyó a través de nuestra historia sería muy largo y no es lo que llama a escribir este artículo porque no somos especialistas, no obstante, si se busca una reflexión sobre los aspectos positivos que tienen.
La historia arquitectónica es esencial para la memoria colectiva, donde se tejen al mismo tiempo la historia, los territorios y el proceso creativo. Eso nos permite generar representaciones contemporáneas del espacio edificado. Y la construcción de la memoria se organiza desde las tensiones entre la oficialidad de los datos históricos y los procesos culturales que resignifican y reconfiguran el espacio arquitectónico.
El punto de partida de este relato de hoy es bastante impreciso, como el registro de nuestra historia local, que, pese a no ser tan distante, no es todo lo detallado que imaginamos.
Hace ya unos cuantos años, en este mismo Blog de la Construcción intentábamos recuperar fragmentos de la historia de un edificio emblemático de la arquitectura de nuestra ciudad de Posadas. Nos referimos al “Hotel Savoy”. En noviembre de 2014, publicamos una entrada, con una “…breve historia de un icono de la construcción de Posadas: el «Hotel Savoy”. Esa nota todavía PUEDE LEERSE ESA NOTA ACÁ
Hoy queremos ampliar algunos detalles, puesto que recientemente se anunció el inicio de una intervención que pretende rescatar la vieja estructura edilicia de ese hotel de antaño, para reconvertirla.
En una iniciativa conjunta del gobierno provincial y la municipalidad de Posadas. Anunciaron el inicio de las obras de rescate de la estructura del ex Hotel Savoy, para que allí funcione un centro cultural donde se refleje su historia y la de Posadas y se realicen eventos, además de ponerlo en valor con una importante inversión para recuperar parte de la estructura funcional como hotel.
Con el ánimo de rescatar la estructura, el principal objetivo es preservar la fachada y los aspectos arquitectónicos esenciales del histórico edificio. Uno de los proyectos en danza planea convertirlo en “Museo de Civilización, Cultura e Inmigración”, planteado de tal forma para rescatar para la comunidad, el valor histórico de la construcción.
En su arquitectura está plasmada la mixtura de los dos mundos que permitieron su construcción. Ese es el valor cultural del mismo. Erigido en tierra misionera, la de “las misiones” que daba paso a los nuevos acaudalados, que se enriquecerían explotando madera y produciendo yerba, en la época de los “mensúes”. Cuando las construcciones todavía eran escasas y austeras, el edificio levantado traía los aires y la pompa de la aristocracia europea, que se plasmó en detalles de la arquitectura exquisita con que se construyó.
En el pueden encontrarse una mezcla de estilos que encuentra su inspiración en multitud de fuentes, y a partir de ellas crea su estilo propio, aunque en principio todas esas fuentes no tengan nada en común. Son claras las influencias del barroco, renacimiento, renacimiento español, neoclásico y francés, entre otros.
En él pueden encontrarse una mezcla de estilos que encuentra su inspiración en multitud de fuentes, y a partir de ellas crea su estilo propio, aunque en principio todas esas fuentes no tengan nada en común. Son claras las influencias del barroco, renacimiento, renacimiento español, neoclásico y francés, entre otros.
Domingo Barthé fue su propietario. Su vivienda particular -también de la misma época- es hoy sede del Obispado, en calle San Martín y Colon. Y el complejo constituido por hotel y “casas para renta” en la intersección de las calles Colón y Sarmiento es la centenaria esquina de la que hoy nos ocupamos.
La obra es un buen ejemplo de lo que es un edificio pensado como autosustentable hace 100 años atrás. Con una superficie de 2500 metros cuadrados, era de avanzada para la época. Contaba con equipo de depuración cloacal, los líquidos eran tratados antes de ser vertidos a un arroyo. Contaba con un sistema de colecta de agua de lluvia para luego ser tratada y elevada a los tanques para la distribución interna. En el terreno de enfrente se encontraba la usina que proporcionaba energía eléctrica al imponente edificio.
Hasta la segunda mitad de 1960, fue el establecimiento hotelero con mayor complejidad de servicios. Contaba con salón comedor, restaurante que atendía el gusto francés y español y otras con shows en vivo, y 52 habitaciones cuyos balcones se comunicaban entre sí. Contaba incluso con una caballeriza propia que ofrecían para servicios de turismo y proveeduría.
Fue espacio privilegiado para la realización de eventos culturales de importancia para la región, alojando a personalidades viajantes y artistas extranjeros. Y fue un gran promotor del turismo provincial al ofrecer servicios de alquiler de coches y excursiones a las Cataratas del Iguazú, a las Ruinas de San Ignacio, o para conocer las plantaciones de yerba mate. La hotelería era el imán y complemento para que la por entonces industria naviera se fortaleciera aún más.
En aquella época Misiones no estaba en el mapa. La ruta posible a la región era vía Corrientes. Eran tiempos en que el viaje de Buenos Aires a Corrientes, se estimaba en 250 leguas, según comenta Juan Queirel, miembro de Instituto Geográfico Militar, en su libro “Misiones” editado en el año 1897. Y desde allí era necesario recorrer otras 86 leguas para llegar a Posadas. A fines del siglo XIX y principios del siglo 20, habían dos compañías de vapores que unían Corrientes con Posadas, la de Mihanovich y la de Lopez: ”Santiago y Cia”, relata Queirel. La travesía en barco para navegar esas 86 leguas demoraba 24 horas.
Sin lugar a duda los edificios se convierten en referente social y arquitectónico, que van dejando reflejo físico del paso del tiempo, de la moda de la época en la que fueron construidos e incluso de la idiosincrasia e identidad del lugar.
El lujoso Savoy fue construido en 1912. Primero llevó el nombre de “France Hotel”. A mediados de 1920 su denominación cambió a “Palace Hotel Misiones”. Promediando el siglo 20, el establecimiento pasa a mano de comerciantes que se dedicaban a la gastronomía y hotelería. Fue el turno de varios españoles en la explotación del mismo.
En 1925, con el traspaso de propietario, se reinaugura con el nombre de Hotel Savoy, de lo cual se registra una placa con la fecha de inauguración y el nombre del constructor inglés Federico Godwich.
Contaba con 52 habitaciones, un ascensor moderno, grandes escaleras, un salón dorado, un entrepiso balconado y hasta instalaciones de agua -fría y caliente- y electricidad; todo muy moderno para la época.
Lo que era el Salón Dorado pasó a ser uno de los primeros salones de billar de Posadas. Hacia la década del 60 un sector de habitaciones se había convertido en inquilinato, por lo que es claro entender que con el devenir, se vieron en la necesidad de modificar usos y funciones; permaneciendo en actividad hasta 1980, cuando dejó de funcionar.
En 1996 se decide declarar al Hotel Savoy como Patrimonio Histórico, Cultural y Arquitectónico de Posadas; en el 2003, patrimonio provincial y en 2012 por Ley N° XXIV, la Provincia aprueba su expropiación.
Ahora resta esperar que la obra se realice y nos regale un nuevo espacio para la cultura y el esparcimiento en el centro de Posadas.
