Hemos encontrado material que creemos vale la pena compartir. El de hoy es un post conceptual. Queremos rescatar uno que es importantísimo: el de las ciudades sostenibles.
Hace mucho no escribimos sobre la temática y hay mucha información interesante que compartir. Hemos escrito hace tiempo sobre arquitectura sostenible y sobre ciudades sostenibles o amigables con el medio ambiente.
Una ciudad sostenible se entiende como aquella que ofrece una alta calidad de vida a sus habitantes, que reduce sus impactos sobre el medio natural y que cuenta con capacidad fiscal para mantener su crecimiento económico y para llevar a cabo sus funciones urbanas con una amplia participación ciudadana.
Una ciudad sostenible debe atender de manera prioritaria el manejo de los recursos naturales, la mitigación de gases efecto invernadero y otras formas de contaminación.
Una ciudad sostenible debe controlar su crecimiento y promover la provisión de un hábitat adecuado para sus ciudadanos, promoviendo el transporte y la movilidad urbana sostenible. Debe además promover un desarrollo económico local y el suministro de servicios sociales de calidad.
En Constructora Resek creemos que es posible un diseño urbanístico y de transporte urbano menos despilfarrador de energía y más grato para la gente. Una ciudad ejemplo en ese sentido, en todo el mundo es la ciudad de Friburgo, en Alemania. Esta ciudad ubicada en el sudoeste de Alemania, a los pies de la fabulosa Selva Negra, fue arrasada por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial y cuando se reconstruyó lo hizo con el objetivo de ser la urbe más ecológica y sostenible del mundo.
Ciudades amigables con el medio ambiente. Sostenibles. Un concepto a imitar
Desde mediados de los 80, la ciudad se planteó una estrategia regional de protección ambiental, para reducir las emisiones de CO2 mediante la energía solar y el ahorro energético. El transporte público ofrece una potente red integrada, basada en el tranvía (que entra en el casco histórico) y el tren suburbano.
Cuenta con 160 km de carriles exclusivos para bicis o “bicisendas”. Hay recogida selectiva de residuos, y se ha generalizado la producción descentralizada de energía eléctrica, en las viviendas y edificios públicos.
Sus calles están casi completamente libres de automóviles. A los habitantes se les permite tener coche, pero sólo pueden estacionarlos en dos grandes lotes que se encuentran en las afueras de la comunidad y dónde comprar un espacio cuesta 40 mil dólares. Como resultado de ello el 70 por ciento de las familias no tienen carro, y el 57 de aquellas que se mudaron ahí, vendieron los suyos.
Los nuevos edificios están obligados a cumplir unas normas energéticas de bajo consumo, y a integrar el aprovechamiento pasivo y activo de la energía solar.
Y eso se nota en Friburgo. En el centro —reconstruido después de la guerra y respetando la fisonomía medieval que tuvo desde su fundación en 1120— no se ve un solo automóvil en las calles.
El aire que se respira es más puro que en otros sitios. Los lugareños se enorgullecen del bajo nivel de CO2 que emite Friburgo: según datos oficiales, han logrado reducirlo en un 20% desde la década de 1990 y aspiran a disminuirlo un ambicioso 50% en 2030.
Una de las cosas más llamativas es el grado de conciencia ambiental en todos los vecinos que componen la población de la ciudad. A simple vista se puede observar que edificios públicos, viviendas, negocios, industrias, instalaciones académicas y hasta iglesias y el estadio del club de fútbol local están cubiertos por paneles solares para asegurarse un suministro eléctrico renovable.
Friburgo es una de las cunas del movimiento ecologista en Alemania. El activismo medioambiental se remonta a los años 70, cuando sus pobladores se levantaron contra una planta nuclear.
La ciudad ofrece contrastes muy llamativos entre la ciudad tradicional y algunas construcciones de aspecto futurista. El edificio de la alcaldía de Friburgo es un impresionante cilindro de cinco pisos cubierto de miles de paneles solares en su fachada y azotea.
Su estructura cuenta con una aislación y un sistema de intercambio de aire tan eficiente que pueden mantener una temperatura constante durante todo el año y prácticamente no necesita calefacción ni refrigeración. Por lo tanto, ahorran hasta un 90% de energía. Sus paneles solares no solo generarán electricidad para consumo propio, sino también un excedente que alimentará la red eléctrica. La fachada del edificio comunal tiene una aislación de al menos 30 centímetros de espesor para conservar mejor la temperatura y, con el mismo fin, las ventanas poseen tres hojas de vidrio.
La Biblioteca de la Universidad de Friburgo, una de las más grandes y modernas de Europa, es igual de extraordinaria. Inaugurada en 2015 tras una amplia reforma para convertirla en «pasiva», ha logrado ahorrar cerca de 46 millones de pesos al año en energía.
Pero la construcción más novedosa y espectacular de la ciudad es la “Green City Tower”, una torre que se encuentra en construcción. Y es el primer edificio «pasivo» de oficinas y viviendas en todo el planeta.
Green City Tower” primer edificio «pasivo» de oficinas y viviendas en todo el planeta que generará energía y la almacenará en baterias de litio para aprovisionar a la red de la ciudad según demanda
Su particularidad es que con los paneles solares de la fachada y del techo producirá un excedente de 1 MW (megavatio) de energía, que se almacenará en una enorme batería de litio para suministrar electricidad al resto del barrio cuando haya una mayor demanda de corriente.
Es decir que la Green City Tower funcionará como un nodo energético en el distrito. Y se lo considera el modelo o ejemplo de lo que es el futuro de la construcción sostenible.
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